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El Afecto Como Territorio Habitable

  • Foto del escritor: Don V.
    Don V.
  • 26 ago
  • 1 Min. de lectura
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Hay lugares que trascienden la geografia. No se trata de un punto en el mapa, sino de una atmosfera, de un modo de ser recibido. Una casa puede convertirse en un refugio sutil, en un paraiso cotidiano donde los gestos mas simples, un cafe, una tostada, un mate, una charla, una mirada compartida, se transforman en simbolos de pertenencia.


Mi semana transcurrio como si el tiempo hubiera perdido su rigidez. Ahi, en medio de la vida domestica, encontre un ritmo diferente, el de ser cuidado sin pedirlo, el de sentirme parte de un pequeño universo que funciona con armonía silenciosa.


Sin grandes espectaculos, sino la confirmacion de que lo extraordinario esta en lo intimo.

El calor humano se expreso en multiples formas, en la ternura adolescente que abre espacios para compartir, en la complicidad de una gatita que parece custodiar la paz, en la presencia constante de quien convierte cada instante en compañia y en abrazo invisible y sotenido.


Lo que vivi no se puede describir en cifras ni en fotografias. Se mide en otra escala, la del bienestar profundo, la del reconocimiento de ser mimado y aceptado, la de saberse agradecido. Porque gratitud es, en definitiva, el nombre secreto de la felicidad.


Volvi distinto, aunque en apariencia nada haya cambiado, me traje la certeza de que el paraiso, si existe, no se encuentra en lo lejano, sino en esos instantes donde el otro se convierte en hogar.




 
 

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