top of page

Diez y Seis.

  • Foto del escritor: Don V.
    Don V.
  • 6 jun
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 5 días




No sé bien cómo llegamos hasta acá. No porque no lo recuerde, sino porque el camino fue tan largo, tan imprevisible, que se vuelve difícil de contar en orden.


Un día como hoy, dieciséis años después de ella, desayunando juntos. Con música de fondo, su taza con yogur bebible, siempre frío, y esa manera de estar que llena la casa, incluso más que con su propio ruido.


No fue fácil. No es fácil. Nadie que haya visto el interior profundo de la noche puede volver a mirar la luz sin entrecerrar los ojos. Pero lo fuimos haciendo. A nuestro modo. Con silencios, tiempos, enojos, pequeñas y grandes victorias.


Aprendí, sin ningún tipo de opción, a no apurar los procesos, a respetar lo que no se dice, a estar sin invadir. Y, sobre todo, aprendí que el amor de papá no es para nada cómodo.


Hoy te miro y te veo distinta. No es solo que hayas crecido, o que te peines de otras formas, o que elijas qué ropa usar. Hay algo más profundo. Un modo de habitarte distinto. Como si hubieras hecho un tipo de acuerdo con la vida.


Y lo estás. Estás bien. Estamos bien. Estás presente, te reís más, te enojás menos. Estudiás, bailás, te esmerás, te responsabilizás, pensás en lo que querés. Y cuando estamos todos, la gordibanda, todo se vuelve ideal, perfecto.


Hay un deseo compartido, silencioso, pero claro: llegar a ese refugio donde los cuatro fantasticos seamos parte. Y vos estás ahí, con nosotros. No por compromiso, sino por convicción. Te sumás con naturalidad, como si siempre hubieras sabido cómo se arma una familia desde adentro.


Te admiro. Sí, mucho. No te lo digo seguido, porque entre nosotros hay cosas que no necesitan decirse todo el tiempo. Pero te admiro. Por tu coraje. Por tu sensibilidad. Por tu decisión de seguir adelante incluso cuando el camino no estaba claro.


Por cómo fuiste construyendo algo parecido a la alegría después de haber pasado por lugares tan horribles.


Dieciséis no es un número cualquiera. Hay algo simbólico en esta edad. Un umbral. Un borde. Como si se abriera una puerta nueva. Y ahí estás, firme, seria pero con chispa. Libre, aunque super apegada a nosotros.


Yo solo estoy acá para verte y acompañarte a crecer. Para sostenerte cuando haga falta. Para dar un paso atrás, si es que lo necesitás. Para seguir aprendiendo con vos, como desde el primer día.


Lo que hiciste, y hacés, con vos misma es, simplemente, hermoso.

Feliz cumpleaños, hija!


Te ama, Papá.



 
 
 

Comments


© La Cara De La Vergha - Since 2012

 
bottom of page