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La Impermanencia de la Autoimagen

  • Foto del escritor: Don V.
    Don V.
  • 14 may
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: hace 5 días



Hoy, como en otros días, las etiquetas me caen como un sello de cera caliente sobre la piel. No es el peso del mundo lo que me aplasta, sino el de las auto expectativas, de lo que debería ser y lo que no soy.


Papa, novio, hermano, amigo: todas esos roles que uno debe ejercer para transitar la vida, todas esas identidades que, por un capricho, hoy me parecen dificiles de ejecutar, casi inalcanzables, algunas cuasi quebradas.


Me mito en un espejo y veo un reflejo distorsionado, un reflejo que se ha moldeado más por las comparaciones externas que por mi propia verdad. Hoy me siento fallido.


Si algo aprendi del tranistar este esquema, es que la familia, los vínculos, las amistades... son tejidos tan frágiles, tan volátiles. Sin embargo, hoy los siento como si fueran armaduras, que, al primer golpe, se rompen, dejando al descubierto una vulnerabilidad.


M pregunto si no hay algo más, algo que va más allá de los resultados, de la perfección, de la constante lucha por cumplir con el ideal del "buen ser humano". El miedo a fallar es un enemigo que se oculta tras la sombra de lo que debería ser, y no lo que soy.


Soy consciente de que este momento emocional tiene un principio y un final. Pero, por un momento, quiero sentirlo. Quiero verlo de frente, saborear la amargura de la autocrítica, porque solo así puedo entender lo fugaz que es.


No soy mi peor momento. No soy mi caída. Soy simplemente el ser que se reconstruye, una y otra vez.



 
 
 

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