Lo Que Queda Despues
- Don V.
- 7 may
- 1 Min. de lectura

Fines de semana que no terminan cuando se apaga el domingo. Vivencias que se estiran en el tiempo, que siguen cayendo como gotas en la conciencia, marcando huella.
Aquello que vivimos, no fue tan solo un evento compartido, fue una expresión de lo que somos, de lo que seguimos construyendo, de nosotros sin distracciones, de cuando el mundo se vuelve simple, porque todo lo esencial está al alcance de la mano.
Los días previos, había algo distinto. Preparativos con una vibración particular. Tal vez porque no se trataba de un plan, sino de una forma de ser con vos. Desde aquellos momentos, hasta el último abrazo, hubo algo invisible pero nítido.
Y después, todo se dio con esa armonía que no se fuerza, la alegría, la complicidad, la ternura, el deseo. Todo fue tan tuyo, tan nuestro, la manera de acompañamos, la felicidad compartida, la calma en medio del ruido (y si, los hubo).
Cómo sabés estar, ser, hacerme lugar, hacer de cada gesto una señal de cuidado.
No es que lo que pasó fue perfecto. Es que no necesitó ser otra cosa.
Gracias por este nosotros que no necesita anunciarse, pero se siente, cada vez más cierto.
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