Prefiero Los Otros 364

No quiero festejos. Pocos, muy pocos entenderan que no es tristeza, mala onda, enojo. Es simplemente una decisión. No necesito tortas, reniego de los saludos masivos, esa oleada de entusiasmo artificial que llega puntual cada 1 de julio.

Hay como algo agotador en la obligación de agradecer decenas de mensajes que suenan iguales, como si la cercanía se midiera en cantidad de emojis.

Me pasa que, en estos días, algunas personas sienten la necesidad de “decir presente”, de hacerse notar. Como si mi cumpleaños fuera su oportunidad para figurar, para subirse a una especie de escenario improvisado donde el protagonista, curiosamente, soy cada vez menos yo. Me recuerda que lo importante nunca hace ruido.

Elijo otras cosas, lo cotidiano. Una sonrisa espontánea de mi hija afirmandome que esta bien. Un día con mi amada Gringa, amandola, sin urgencias ni performance. Un abrazo inesperado con Valen que creanme, le devuelve sentido a todo. La hermosa y cálida sensación calida de una FAMILIA que no me tocó de sangre, pero que decidi y decido cada día abrazarlos, abrazarnos. Y por supuesto, ese acompañamiento eterno y cálido de los amigos, hermanos que me regaló el vivir.

No me interesa que me celebren hoy, me interesa seguir compartiendo los días que no se anuncian, esos en los que pocos, muy pocos, recuerdan que existo. Los que no tienen moño, pero están llenos de verdad.

El tiempo no se mide en vueltas al sol, sino en quién camina con vos mientras gira el mundo.

Y en ese sentido, me siento completo, no porque sea mi día, sino porque tengo con quién vivir todos los demás.