
En este complejo ecosistema, es extremadamente complejo encontrar dos semillas con suelos adyacentes. Sin acuerdos previos, poder tener un desarrollo puro, sincero, cada quien con su propia esencia, pero compartiendo los recursos vitales: luz y aire.
Las raices se extienden dia a dia, y en lugar de competir por el espacio, se entrelazan en una convivencia armoniosa, creando un microcosmos de apoyo mutuo.
El paso del tiempo trae consigo la sinfonía de dos seres que vibran en resonancia. No es necesario recurrir a palabras grandilocuentes, una mirada, una sonrisa, una caricia, un beso suave, un susurro, son suficientes para comunicar lo que trasciende el entendimiento común.
En este espacio compartido, con almas despojadas de maquillajes, revelando su esencia más auténtica, sin temor, sin reservas, sin pruritos, siendo simplemente nosotros.
La libertad no es un concepto abstracto, sino una realidad tangible. Nos sentimos libres de explorar, de ser, de soñar, de proyectar, con la certeza de que al final del día hay un refugio seguro al cual regresar.
No son cadenas las que nos unen, solo vínculos de confianza y respeto que fortalecen la relación sin coartar la individualidad necesaria.
Principios de reciprocidad y simetría, palabras descriptias de la relacion, en donde interdependencia no implica dependencia, sino una colaboración donde ambos contribuimos y nos beneficiamos equitativamente.
La confianza, la admiracion, pero sobre todo, el respeto mutuo son los pilares que sostienen esta estructura, permitiendo un crecimiento continuo y sostenible.
Gestos, carcajadas, silencios, sons ladrillos que solidifican nuestra unión. No buscamos la perfección, sino la autenticidad, precisamente, en nuestras propias imperfecciones, no anhelamos lo efímero, sino lo eterno que se encuentra en los detalles mas cotidianos, mas simples.
Sin guías ni mapas predefinidos, muchas veces por imposibilidad, nos dejamos llevar por la corriente de nuestras emociones, confiando en que, mientras estemos juntos, el pedacito de tierra que estemos ocupando, siempre será un lugar de amor, de nobleza, de afecto sincero, de paz compartida.
La relación se vive así como un laboratorio de experiencias, donde cada día, cada charla, cada situacion, es una oportunidad para aprender, crecer, pero sobre todo, para mirarnos a los ojos, y darnos cuenta de que solo nos representa una palabra, amor.
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